Cuaderno de viaje: Georgia
En el País de los Kachapuris
Cuando mi amiga Heni me propuso ir a Georgia (Sakartvelo) realmente no sabía lo increíble que iba a ser este viaje. Ella siempre ha sentido una atracción especial hacia la región del Caúcaso y como puerta de Asia donde comienza la Ruta de la Seda, también era un país que me llamaba mucho la atención.
Allá va la ruta que seguimos nosotras durante una semana express por si a alguien más le sirve de inspiración. Nos hemos dejado muchos destinos importantes, pues a pesar de ser un país pequeño, tiene muchísimas cosas por ver pero la verdad que nos ha encantado y estamos deseando volver.
Día 1: Tbilisi
Llegar a la ciudad de noche y ver las principales atracciones turísticas iluminadas ya te pone los dientes largos. Si hay algo que caracteriza a los georgianos es la vida nocturna. Son unos fiesteros, en el buen sentido de la expresión. Al igual que en España sobre todo en verano, la mayor actividad se concentra a partir del mediodía hasta altas horas de la noche, cuando las calles se llenan de vidilla. Eso sí, conducen fatal. Apenas hay semáforos y solo cruzar una calle se convierte en una aventura.
Un taxi nos lleva al hotel pero llegamos de madrugada y no es hasta por la mañana cuando descubrimos a la Madre Georgia contemplarnos desde la ventana del baño. En una mano sostiene vino para ofrecer a los amigos y en la otra, una espada, para blandir contra los enemigos, símbolos que definen el carácter de los georgianos.
Día 2: Tbilisi
Nuestro primer día en Tbilisi comienza como mejor se conoce una ciudad, a pata. Caminamos por el barrio antiguo y llegamos a los famosos Baños de Sulfuro. Desde allí visitamos la cascada y las casas colgantes (como en Cuenca XD), y luego subimos al Jardín Botánico pasando por la fortaleza de Narikala y la Mezquita que estaban en obras. El Jardín Botánico es una preciosidad, está muy bien cuidado y hasta tienen un estanque con ranas y un bosque de bambúes. Como es primavera hay cerezos en flor por todos lados y las vistas desde las zonas más altas son impresionantes. Si sois amantes de la naturaleza este lugar os va a encantar.
Arriba del todo aguarda la enorme estatua de Madre Georgia para después bajar en teleférico y dirigirnos al otro lado del río. Es hora de visitar la Trinity Cathedral de Tbilisi que aunque es impresionante nos deja un poco frías. El interior es sencillo, con las paredes llenas de retablos de santos, como en otras iglesias ortodoxas. Lo que más nos gusta es el exterior, con las grandes escalinatas y las columnas llenas de bajorrrelieves de santos y motivos naturales que nos recuerdan un montón a la cultura celta.
Día 3: Jvari, Uplisthike, Gori y Mshkheta.
Lo más espectacular del Monasterio de Jvari (sVI) son las vistas de la ciudad de Mtskheta, que son impresionantes porque está situado en lo alto de una cima.
Uplisthike nos recordó un poco a Cuenca, sin desmerecer en absoluto a ninguno de los dos, quede claro. Los turistas nos desperdigamos como críos por aquellas rocas excavadas mientras nuestra guía Sally nos contaba detalles de cada rincón.
A Gori nos llevaron para visitar el Museo de Stalin pero nosotras preferimos verlo desde fuera. La ciudad conserva el ambiente soviético de entonces, hay muchas tienditas donde puedes comprar souvenirs relacionados. Curiosa pero prescindible para aquellos no interesados en la historia del dictador y su época.
De vuelta en Mtskheta compartimos mesa con la alegre Gordana, arquitecta de origen yugoeslavo que estaba de viaje express en Georgia. Se declaró fan de España, como nuestra guía Sally. Nos sorprendió ver que a muchos georgianos España les llamaba mucho la atención como destino turístico.
De regreso a Tbilisi nos encaminamos en busca de una agencia que nos llevara a Kutaisi ya que en ésta no tenían esa opción. Encontramos una pequeña agencia donde Natya, otra apasionada de España, nos lo arregló para que pudiéramos ir con chófer privado y nos hiciera alguna parada intermedia.
Día 4: Kutaisi
El viaje fue un poco largo porque teníamos que atravesar montañas pero mereció la pena y Soso, que así se llamaba nuestro guía, se esforzó un montón en explicarnos cosas aún sin saber mucho inglés. La hospitalidad georgiana es admirable.
Visitamos la Catedral de Bagrathi (sXI), con impresionantes cúpulas turquesas, el Monasterio de Gelati (sXII) cuyos frescos nos dejaron boquiabiertas, y el Monasterio de Motsameta (sXI), entre montañas y con unas vistas impresionantes sobre la cuenca del río.
La ciudad de Kutaisi nos pareció más tranquila y cultural que Tbilisi. Dejamos de lado el ritmo trepidante de la capital para disfrutar del teleférico, subir a la montaña, visitar el parque de atracciones en la cima, subir a la noria rodeada de adolescentes y ver atardecer comiendo pipas negras como auténticas georgianas.
Como colofón cenamos en un vegetariano popular donde nos pusimos hasta las canas de quesito georgiano y vinito blanco. El plus fue la música en directo del grupo Four Lines, piano y violín, cuyo repertorio bastante tanguero por cierto, nos encantó hasta el punto de que Heni les compró el álbum, recién salido del horno, según nos contaron.
Día 5: Akhaltsikhe, Vardzia, Borjomi
Para el día siguiente reservamos un tour privado que nos llevó a la Fortaleza de Rabati en Akhaltsikhe, un lugar que habíamos visto en un vídeo promocional de Gerogia y que nos moríamos por visitar en persona. Desde allí hicimos parada express en otros lugares como la fortaleza medieval de Khertvisi (primera edificación sIV AC), alzada en un sitio de gran interés estratégico y que según algunos historiadores sostienen, fue destruida por Alejandro Magno. También hicimos una parada frente a la fortaleza Atskuri (sX) y desde allí nos dirigimos a Vardzia.
En Vardzia debimos estar al menos dos horas y fue una experiencia casi religiosa. Se trata de un monasterio excavado en la roca (sXII) similar al de Uplishtsikhe pero bastante más extenso e impresionante por su enclave vertical. Lo que más nos encantó fue el túnel secreto al que nos guió un amable señor que andaba por allí. Al menos 70m de recorrido totalmente a oscuras -tirando de la poca batería que nos quedaba en el móvil- con escaleras excavadas y altura reducida. Estuvimos a punto de darnos la vuelta por la sensación de claustrofobia, pero vaya si mereció la pena. De premio un buen trago de agua de manantial ¡el agua de Georgia está buenísima! y como viene siendo habitual en nuestros viajes, acabamos bajando la montaña al ritmo del opening de Dragon Ball. Somos unas frikis XD
Borjomi fue nuestro último destino ese día, quedaba poca luz y no quisimos entretenernos mucho porque aún nos quedaban casi dos horas en taxi para volver a Kutaisi. Mientras paseamos por el parque y probamos la famosa agua de manantial, Heni desfogó sus instintos de Blancanieves y le dio el pan que nos había sobrado a los perretes que deambulaban por allí.
En el camino de vuelta nuestro chófer nos invitó a Nazuki, un paz dulce con especias y pasas delicioso y que solo es posible es posible comprarlo en Surami, donde cientos de panaderas lo venden recién hecho. Todavía soñamos con ese pan de lo bueno que estaba :)-
Día 6: Tbilisi
El último día en Kutaisi tomamos el tren de vuelta (una locomotora y un único vagón). Gracias a unas simpáticas viajeras de Sudáfrica y Armenia nos enteramos de la cantidad de utilidades que tienen los vagones, dónde guardar las mochilas y cómo abrir las literas. Todo un vagón lleno de widgets.
Aquel día mochileamos desde la estación central de Tbilisi hasta la calle principal de Rustaveli haciendo tiempo hasta la noche, porque nuestro avión no salía hasta la madrugada. Nos despedimos de Natya, cenamos el último kachapuri y después de algunas compritas de última hora nos embarcamos en nuestros vuelos.
Gastronomía
En Georgia se come y se bebe MUY bien. Incluso si no comes carne, como es nuestro caso, tienes muchas opciones y variadas. Tienen muy buenos productos y eso se nota en el sabor. Allá van algunas de las cosas ricas que hemos comido: